¿Por qué resulta tan difícil “poner” límites a nuestros hijos?

 ¿Por qué resulta tan difícil “poner” límites a nuestros hijos?

Educar y criar a nuestros niños es una tarea de gran desafío diario. Dentro de los temas que más preocupan y ocupan a madres y padres, aparece claramente el tema de los límites. ¿cuál es la razón de este lugar de importante preocupación en la crianza?. ¿por qué motivo a las mamás y a los papás les cuesta tanto “poner” límites a sus hijos?

Para contestar estos interrogantes debemos tomar conciencia de que con el nacimiento del primer hijo, cada mujer y cada hombre, quedan convertidos en madre y padre por primera vez, pasan a estrenar estos nuevos roles. Y dentro de estos nuevos roles aparece el ejercicio de la puesta de límites.

Es importante tener en cuenta que en el momento de poner límites no estamos vacíos de influencias, por el contrario, estamos sumamente condicionados por nuestra propia historia, por nuestra  infancia. En función de cómo nuestros padres nos han criado, nosotros criaremos a nuestros hijos, ya sea por imitación o por contraposición.

Por imitación tendremos en cuenta las experiencias que disfrutamos de pequeños, las que nos trajeron bienestar y los conceptos de crianza con los que ideológicamente estamos de acuerdo. Pero esta imitación, también incluye partes no tan conscientes, como por ejemplo: cuando nos encontramos retando a nuestros niños, utilizando y  repitiendo frases que nos han dicho nuestros padres, que si las concientizamos y analizamos no estamos de acuerdo con ellas, pero las repetimos porque las escuchamos sistemáticamente cuando eramos chicos, porque las tenemos totalmente internalizadas.

Por contraposición, sabemos claramente que no queremos repetir con nuestros hijos de la crianza que hemos recibido de nuestros padres. Sabemos, por ejemplo: que no queremos propiciarles a nuestros niños insultos, gritos y hasta maltrato físico, estamos seguros que no queremos que nuestros hijos sientan esa sensación de susto, desilusión, dolor y bronca. Pero tampoco sabemos cómo criar de otra manera, porque la única manera que conocemos es la forma en que nos criaron nuestros progenitores.

Con este panorama nos encontramos a la hora de poner límites: imitando, contraponiendo, en definitiva… todavía mirando el pasado.

Una nueva variable se sumará a complejizar esta situación de dificultad en la puesta de límites y tiene que ver con la vivencia de nuestra pareja en relación a este tema.

Nuestra pareja, quién también tiene su propia historia y a quien conocimos de novios, pero que actualmente se ha convertido en mamá o papá, y a quien también se le pone en juego su pasado cuando educa, cria y ejercer su rol.

En reiteradas ocasiones aparece una gran dificultad en este punto, especialmente cuando por diferentes motivos las formas de crianza que recibió cada progenitor y las que utiliza para poner límites son muy diferentes y a veces hasta entran en contraposición con las de su pareja.

Pero por suerte existe una salida para este laberinto y tienen que ver, en primera instancia, con una búsqueda personal de cada progenitor para concientizar qué arrastra de su pasado; para en un segundo momento llevar a cabo una nueva puesta en conjunto para unificar criterios y armar entre mamá y papá una nueva forma de poner límites. De esta manera damos a nuestros hijos la posibilidad de ser participes de vernos crecer como padres, viviendo una historia diferente.

5  puntos claves a la hora de poner límites a nuestros hijos:

1) “Predicar con el ejemplo”, prestando especial atención acerca de los criterios que pedimos respeten nuestros hijos, de manera que nosotros, madres y padres, también los estemos tomando en cuenta en nuestras acciones.

2)  No etiquetar a nuestros hijos con adjetivos, solamente transmitirles nuestra preferencia por otro tipo de conductas, sin que esto implique un rótulo a su personalidad.

3)   Anticipar a los niños qué va a suceder. Las rutinas suelen ser una buena manera de ordenar y sostener.

4)    Explicar en forma acotada, el por qué del “no” que estamos comunicando, de manera que el límite deje siempre un sentido de guía, valor, enseñanza a  transmitir.

5)  Evitar el “no” constante ya que pierde valor cuando es usado indiscriminadamente.

Lic. Paula Liwski